sábado, 2 de julio de 2016

Lluvia de balas escarlata

No sé por qué estoy haciendo esto, tal vez el dolor de saber que podría haberlo previsto, si hubiese ignorado mi sed de venganza y mi hambre de acción el podría haber sobrevivido y así solo yo tendría que pagar el precio de mis ocurrencias.
Me moví manipulada por la ira y sin darme cuenta empecé a pisar un terreno fangoso, muy diferente a mi espacio de acción habitual. Aprendí a disparar y a defenderme con mis puños o con lo que tuviese a mano ya sea un duro caño de acero o un tacón ya que no importa que tan ridículo parezca si no me movía con cuidado podría terminar herida o incluso peor…
Luego de ver al culpable pudriéndose tras las rejas, decidí continuar investigando el caso un poco más a fondo y termine descubriendo que el pobre e inocente muerto no lo era tanto como todos en el departamento de policías y su propia familia creíamos. Resultó estar envuelto en mucha basura del bajo mundo como el tráfico de personas, el de drogas y de armas como incluso algunas mafias y yakuzas japonesas. Al tiempo de descubrir estos hechos empecé a recibir amenazas de muerte contra mí y los colegas que se habían involucrado en el caso.
Entré en un pequeño lapso de inestabilidad emocional ya que no quería poner en peligro a nadie por mi culpa, pero por suerte tuve a dos viejos amigos del departamento de policías que se ofrecieron a ayudarme  a desenmascarar a los cretinos que se encontraban detrás de esto. Al poco tiempo de reunir todas las pruebas y evaluarlas pudimos deducir que el único lugar donde podríamos encontrar algunas respuestas de los verdaderos motivos de por qué sucedió el “asesinato”, o como habíamos decidido llamarlo: ajuste de cuentas, al fin y al cabo ¿Qué otra cosa podría ser considerando que estaba involucrado con la mafia misma? Nos dirigimos al lugar donde creíamos que encontraríamos una respuesta a nuestro misterio.
Al llegar a la mansión nos dimos cuenta de que una de las ventanas de las habitaciones se encontraba con la luz prendida, ante esta obvia señal de que la casa no estaba vacía decidimos quitar los seguros a nuestros revólveres Colt cargados de balas listas para abrir un agujero extra en la cabeza de quien se nos cruzase en el camino. Pensamos en utilizar un poco la cabeza y antes de entrar disparando a diestra y siniestra; revisamos por si había alguna casa cercana a nuestra ubicación o algún transeúnte nocturno  pero al ser una zona rural y estar en plena semana laboral podíamos relajarnos ligeramente pero sin bajar la guardia completamente no sea que quien  esté en la casa tenga compañeros fuera de la misma también.
Con revólveres en mano trepamos un viejo olmo centenario, árbol típico de Sudamérica, que se encontraba  cercano al tejado de color borgoña  de la vivienda. Al terminar nuestra pequeña escalada pudimos divisar una de las numerosas ventanas de aspecto rústico abierta de par en par como si estuviese invitándonos la propia casa a desvelar cada uno de los misterios que albergan sus entrañas. Intentamos pasar por la diminuta ventana de cristales coloridos y diseños intrincados con la mayor sutileza que un cuerpo robusto y desarrollado como el del oficial Leverrier podía conseguir, a este mismo lo había conocido en una comisaría en Montana y con el que tuve la suerte de trabajar en varios casos junto con su labrador Link. En cuanto nos encontramos los tres dentro nos dimos cuenta de que habíamos ido a parar a un cuarto de almacenamiento por las innumerables cajas de cartón y baúles amontonados en estanterías como también repartidos en el piso en un diseño irregular, empezamos a mover algunas cajas y a revisar algunos baúles cuando John pegó un pequeño aullido de dolor debido a que de una de las cajas asomaba lo que parecía ser una punta de metal, cuando la abrimos descubrimos unas siete bayonetas,  un arma con la apariencia de una ametralladora pero con el adicional de una lengua de acero afilada desmontable en la punta que servía para los combates cuerpo a cuerpo, tras ver eso decidimos revisar las demás cajas y lo que encontramos no fueron simples bayonetas, dentro de las cajas había por lo menos  diez docenas de  granadas, dieciocho ametralladoras, cuatro docenas de revólveres Colt, un lanzallamas e incluso había un cañón desensamblado entre otras.
Curiosamente todas esas armas fueron usadas en la guerra mundial entre Bélgica, Alemania, Austria, Gran Bretaña, Francia, Japón, Rusia, Yugoslavia y Polonia, ¿pero entonces cómo era posible que todas esas armas hayan terminado en Estados Unidos si este ni siquiera había participó en la guerra? La única respuesta era que posiblemente todas esas armas y municiones se hayan desviado de su ruta original con el propósito de ser traficadas aquí y a los demás países del continente, pero eso también deja otra duda: es imposible que a la guardia costera se le haya pasado por alto un cargamento tan grande de armas  como también a los países que  habían participado; por lo que debía de haber un topo en la guardia costera  y también alguien que haya vendido información  a cambio de dichas armas.
Decidimos abastecernos de algunas municiones extras por si acaso se daba la oportunidad de tener que usar nuestras armas así tendríamos algo con que reponer los cartuchos gastados. Al salir del cuarto nos dirigimos a la siguiente puerta que tuvimos a la vista y que resultó ser la mismísima oficina de la víctima en donde hallamos un cuchillo de trinchera escondido dentro de un compartimiento secreto del escritorio de madera de teca en el centro de la habitación, terminamos descubriendo que la mismísima víctima resultó ser el topo que vendía la información a cambio de armas pero entonces ¿si el negocio estaba yendo bien porque asesinarlo?
En una trampilla en la pared encontramos unos plano de lo que parecían ser un tanque similar al Renault FT-17 pero con una apariencia monstruosa, tenía un tamaño muchísimo más grande al del Mark I pero con lo que parecía ser una coraza con púas y algunos garabatos que no pudimos descifrar. También encontramos un plano de un avión llamado Blackbird, un avión con forma de punta de flecha completamente negra haciendo perfecto honor a su nombre de “Pájaro negro” y ambos monstruos parecían ser capaces de acabar con un ejército en cuestión de minutos así que entonces ¿cómo podían haber terminado en la casa de nuestra victima si probablemente estos planos provenían del gobierno? La respuesta estaba clara como el agua, no solo teníamos a alguien que hacia la vista gorda entre la policía costera sino que incluso entre el gobierno había un topo que permitía que planos como estos salieran del país. Decidimos guardarnos los planos por si acaso.
Al salir de la oficina divisamos lo que parecían unas escaleras que iban a la planta baja del edificio, al llegar escuchamos voces masculinas hablar en francés, pude entender que hablaban del Blackbird, y todo esto me llevó a  pensar que estaban en busca de los planos del tanque y el avión. Luego de escucharlos hablar por un rato decidieron salir por una de las puertas de la izquierda del hall central de la mansión, en ese momento divisamos dos hombres  de mediana edad uno considerablemente menos musculoso que su compañero, cada uno de ellos tenía en sus manos un cuchillo de trinchera bien afilado  y en sus caderas un revólver  de un tamaño pequeño.
Nos habíamos mirado a los ojos sabiendo que tendríamos que derribarlos si queríamos  poder investigar la planta baja de la edificación, bajamos lo más sigilosamente posible que pudimos, pero hubo un sonido de armas perdiendo sus restricciones y a continuación escuchamos decenas de balas surcar el aire como si estuviesen bailando con la facilidad con la que el cuchillo de un asesino daba las puñaladas finales a sus víctimas. En ese instante lo único que escuche fue la voz de John diciéndonos con una calma casi mortal ” Fue un gusto conocerla Señorita Lawliet pero me temo que aquí mismo termina nuestro pequeño juego del gato y el ratón, ya que este se ha vuelto bastante fastidioso considerando que ha estado metiendo su nariz en donde no le incumbe, así que con todo mi dolor…bon voyage Señorita Lawliet” Luego de que terminó de hablar sentí una bala entrar en mi pecho y otras dos más en mi estomago casi al instante sentí el sabor a metal del diminuto hilo de sangre que emanaba de la comisura de mis labios, caí al suelo con un grito de dolor, se me empezó a dificultar la respiración, en ese mismo instante todo a mi alrededor empezó a girar y todo en las esquinas de mi campo de visión se fue tornando negro. No sé cuánto tiempo pasó, si fueron minutos, horas o días pero puedo estar segura de que lo que me despertó fue el  frío contacto de unas planchas de metal en mi caja torácica suministrando descargas eléctricas además me di cuenta de que ya no me encontraba en la mansión sino que en un auto de camino a un hospital seguramente para tratar mis numerosas heridas.
Un tiempo después me dijeron que el oficial Leverrier había muerto durante la emboscada y que John no había sido encontrado por ninguna parte; al final tuvieron el resultado de tres hombres atrapados y dos prófugos pertenecientes al grupo de John. Tras ese caso decidí separarme de las fuerzas y dedicarme a  buscar el perdón por mis errores. Tristemente no logre llegar muy lejos ya que hace menos de dos días unos miembros de la asociación a la que pertenecía John me sorprendieron mientras compraba algunas cosa en el mercado del pueblo  y por lo que he escuchado decir a las enfermeras tal vez no sobreviva la noche, así que como muchas otras noches en este último año que pasó voy a volver a soñar con esa fatídica noche y esa lluvia de balas escarlata.