viernes, 12 de mayo de 2017

El Rey Tirri en busca del fuego eterno

Por Martín Vinocur y Lucas Demicheli, 4° "M".
   
El Rey Tirri tenía a su cargo una gran aldea ganadera y muy prospera.
   Lamentablemente este pueblo tenía muchas carnes, cueros y especias que no podían cocinar ya que había tres años que el fuego había desaparecido en la aldea y hasta este momento la tribu se alimentaba de frutas y carnes crudas. El Rey había estado todo este tiempo pensando en cómo conseguir fuego.
   Uno de los ancianos del pueblo, conocido como “El Chivi”, le comento al Rey sobre una historia que le contaron sus antepasados sobre la creación del fuego. Esta historia relataba que una diosa llamada “Sajan”, la cual se escondía en la cima de un volcán en una isla llamada Columbo y era protegida por sus elfos.
   Cuando el anciano le termina de contar la historia, el Rey le dice:
- Dígame gran sabio. ¿Usted cree que esto puede ser verdad?                               
- Mire mi Rey, muchas de estas historias no son verdaderas o fueron escritas por hombres bajo el efecto de hongos alucinógenos o de estar lamiendo ranas de los Apalaches Indios. Pero esta historia le aseguro por mi vida que es verdadera.
- El Rey luego de escuchar esto, puso manos en obra para preparar el viaje hacia la isla Columbo. Desde la preparación de sus guerreras hasta la preparación de sus alimentos y bebidas estaban listos a las 48 horas.
   Habiendo subido toda la embarcación, el Rey, dio la orden de partida. Viajaron por casi 6 horas hasta que llegaron a la isla. Ahí los recibió un elfo bastante carismático y les dijo:
- Hola mortales. Mi nombre es Wilson, nuestra diosa nos avisó de su llegada, usted debe ser el Rey Tirri.
- Si, el mismo, pero ¿Cómo sabia de nuestra llegada?
- Nuestra diosa todo lo sabe, el pasado, el futuro y el presente. Síganme, los guiare.
   Siguieron al elfo por casi 1,5 kilómetros hasta que llegaron a un gran castillo en el cual estaba justo detrás de una caída de agua, Wilson les comento:
- Esta es la cascada del agua divina, en las cuales nuestra diosa puede ver el pasado, presente y futuro a su antojo. Síganme, pasemos por este costado para no mojarnos.
   Siguieron a Wilson hasta que vieron un largo pasillo con muchos elfos vestidos de guerreros al costado de una alfombra que deslumbraba el camino que ellos debían de seguir hasta el trono de la diosa.
   Una vez en frente de ella todos se pusieron de rodillas, se sacaron el sombrero y le hicieron una reverencia. La diosa, desde su postura de ego, les dijo:
- Mortales, ¿Qué vienen a buscar a mis tierras?
Antes de que el Rey pudiese responder, ella  le dijo:
- No me digas nada, ya se lo que buscas, y lo conseguirás si me das lo que yo le pido.
- Todo lo que quiera diosa divina.
- Todos los elfos de la aldea son hombres, quería que me otorgues a esas dos guerreras que traes con tu tropa.
El Rey, se juntó con sus dos guerreras, hablaron por unos segundos y el Rey dirigiéndose a la diosa, dijo:
- Nosotros le otorgamos a nuestras dos guerreras  pero le pedimos a usted por favor la fuente del fuego eterno.
   La diosa sin dudarlo le habló por debajo a uno de sus elfos, este se retiró y regreso a los pocos segundos con una antorcha con fuego verde.
-Esta es la fuente del fuego eterno. Úsenlo con cuidado y cuídenlo de los ladrones.
   El Rey luego de muchas reverencias y de agradecerle a sus guerreras y de despedirse de ellas, emprendió un largo viaje de vuelta al barco y luego un viaje nocturno hasta sus tierras.
   Llegó a sus tierras y lo recibieron como un gladiador. El contó la historia completa aunque la exagero un poco y le agrego algo de epicidad. Los aldeanos al fin pudieron cocinar sus cueros y carnes y fueron todos felices.