viernes, 25 de mayo de 2018

Azul Olvidado

Por Joaquín Maler, 1° "A"   

Me encontraba en la noche comiendo en un restaurante, solo. No sabía bien por qué había ido solo, tal vez porque no quería cocinar; pero allí estaba, disfrutando de un plato de comida sentado en una mesa.
      Se sentía raro estar allí, en soledad, al estar rodeado en todas direcciones de parejas; parecía un bicho raro entre una multitud.
      En cierto momento, mientras comía, noté de reojo un movimiento a mi derecha. Por pura reacción, giré la cabeza para ver con mayor claridad lo que sucedía. Allí, una muchacha de cabello rubio se levantó de su asiento y se retiró, sola.
      Continué comiendo, durante varios minutos.
      Al finalizar mi comida, me levanté. Mientra recogía mi campera, noté algo azul, casi indistinguible debido al color del mantel, en una mesa a mi derecha. Coloqué mi campera colgando sobre mi brazo y me acerqué a la misma.
      Allí se encontraba; una pequeña piedra azul marino, hermosa como el reflejo del atardecer sobre el mar. La tomé y salí, por si la mujer seguía allí y volvía por ella. La espera se volvió eterna. Los segundos parecían minutos, y estos horas.
      Al cabo de un buen rato, reinó el frío y me estuve obligado a ponerme mi campera. Pasaron unos minutos más y nada. Siguieron pasando y no hubo señal alguna de la muchacha. Aquí me empezaron a surgir las dudas: "¿ Y si realmente ne le importaba la piedra y no pensaba venir por ella?","¿Y si ella vivía lejos y no tenía tiempo de venir a buscarla?", "¿ Y si la piedra no era de ella y la encontró cuando se sentó allí?". Todas las preguntas que no podía resolver, pero que lo mínimo que podía hacer era esperarla. Una hora después, di por sentado que ella no aparecería y me llevé la piedra a mi casa.
      Al día siguiente, decidí volver por la noche, a ver si ella aparecía.
      Pasaron dos horas, cuando decidí poner punto final a ese tema. La chica no apareció, y no tenía que aparecer. Me quedé con la piedra.
      Transcurrieron meses. Fui varias veces más a aquel local, pero no había ni rastro de la mujer. Pero un día, encontré a aquella muchacha, con el mismo pelo rubio; al verla, me acerqué para preguntarle sobre aquella piedra que había dejado allí.
      Al hablarle sobre la piedra, ella me contó que la venía buscando desde el día que la olvidó, ya que sin ella faltaba una pieza de su colección. Me dijo que les preguntó a los encargados de la limpieza, a las personas presentes y agente que encontró cerca pero que ninguno le supo decir dónde se encontraba.
      Por mi parte le conté la historia como la viví yo. Cómo la había encontrado y que había tratado de encontrar a su dueña.
      Y así nos fuimos conociendo. Ella me mostraba piedras que yo nunca antes había visto. Yo le contaba algunas cosas que sabía del tema, y así el uno al otro, nos fuimos dando una oportunidad. Una oportunidad que sigo aprovechando hasta el día de hoy.

FIN