domingo, 3 de junio de 2018

Un asunto pendiente...

Por Ignacio Gima, 1° "A"

      Hacia el año 1992 yo era un abogado con buena fama y bastante dinero, pues cualquiera que me contratara siempre salía beneficiado.
      Esa época fue un tanto "diferente" para mí, aunque nada inusual para la sociedad. Se trataba de una pequeña travesía que tenía en mente. Esta consistía en develar un gran secreto para la sociedad del gran pueblo industrial en el que vivía. Trataba de un viejo hombre habitando una fábrica de "aceites" que, según todos, nunca había vendido ningún producto. Se estarán preguntando qué es lo raro del asunto, pues es que según los rumores, este supuesto hombre era un viajero del tiempo y fabricaba inteligencia artificial. Decidí desenmascarar a este supuesto hombre, ya que estaba cansado de todas las expediciones fallidas, porque toda persona que entraba a la fábrica salía de manera diferente. Tenían la piel pálida del miedo y sin la capacidad de decir una palabra, aunque esto no me atemorizaba del todo, ya que todo fueron capaces de salir. El siguiente problema que tenía era conseguir transporte ya que mi camioneta era muy grande y aparatosa, por lo tanto debía hallar un vehículo más pequeño y más ágil. Así que opté por usar la moto de mi padre.
      Luego de tres días de planificación y preparación de mi misión, emprendí mi viaje de 450 kilómetros hacia esa fábrica de aceite. Al llegar, me percaté de que esta estaba rodeada por un gran baldío lleno de chatarra y sin pensarlo, entré y estacioné la motocicleta en la entrada en caso de que deba escapar rápidamente. Cabe destacar que la puerta estaba abierta, así que sorprendido por la gran facilidad de forzar la entrada, entré y lo primero que vi fue un camioneta nueva llena de comida, medicamentos y armas, por lo que creí que el dueño del lugar tenía la intención de escapar. Aunque lo que me importaba era encontrar la codiciada máquina del tiempo y llegar al fondo del asunto. Exploré la fábrica todo el día y no encontré nada inusual, solo barriles de aceite, vieja maquinaria fuera de uso y una vieja máquina expendedora, la cual estaba repleta y todavía funcionaba. Esta tenía un lado código a un lado, y sin pensarlo lo inserté en las teclas de la máquina, causando la abertura de una pequeña puerta debajo de la máquina y lo que encontré me dejó anonadado: una bolsa de papas. No perdía nada, así que la abrí y encontré una vieja llave, por lo que instantáneamente recordé la puerta que había visto detrás de unos barriles. así que me dirigí directamente hacia allí. Conseguí abrirla y allí estaba, frente a mis ojos, la máquina del tiempo.
      Se estarán preguntando por qué me resultó tan fácil entrar a la fábrica y encontrar la máquina del tiempo, o por qué estoy narrando esta historia, pues porque yo soy el viajero del tiempo y rompí la línea temporal, y esa camioneta que vieron al principio, es mía y es para escapar del futuro pero cercano fin del mundo...

¿FIN?