lunes, 6 de junio de 2016

"El asesinato en la casa Sánchez"

Era temprano y hacía frío. Yo, Fernando Rivolini, llegaba tarde al despacho de mi compañero de trabajo y amigo, el detective Gabriel Fabiani. Últimamente me pasaba esto debido a que no dormía bien y encima el despertador no sonaba (o al menos yo no lo escuchaba). A mi amigo no le molestaba y, mientras me esperaba, se ponía a repasar algunos casos antiguos y a ordenar el papeleo; a veces también disfrutaba de uno de sus hobbies favoritos: completar la sección "Pasatiempos" del diario.
En fin, cuando llegué lo vi muy atento a un caso informado el día anterior.
-Buen día Gabriel –dije exhausto-
-¡Fernando! Buenos días. Justo estaba leyendo el reporte de ayer. Supongo que sabe de lo que hablo…
-¿Qué había pasado que me olvidé?
-Uy, vos y tu memoria... -dijo decepcionado-. Te lo repito. Parece que hubo un asesinato en la casa de un tal Martín Sánchez por la noche, tipo 12 -aclaró-. La víctima, Roberto Pérez, era un amigo suyo. Fue encontrado con una herida profunda hecha con un cuchillo, el cual Sánchez removió cuando encontró el cuerpo. Se sabe que se había alojado en este lugar porque la fiesta en la cual se encontraba terminó más temprano de lo programado debido a un alboroto entre unos hinchas presentes. Cuando salió, no encontró transporte y como estaba cerca decidió pasar por dicha casa. Sánchez lo dejó pasar y aprovechó para irse a comprar al supermercado; cuando volvió se encontró con que estaba la luz apagada y también con la escena. Cabe remarcar que todo esto es la declaración de Sánchez.
-Yo diría que fue Sánchez -dije, marcando un tono de obviedad-
-Es probable, pero no saquemos conclusiones aún. Desayunemos rápido así llegamos temprano.
-¿A dónde? -pregunté-
-A la escena del crimen... ¿O te pensás que lo vamos a resolver desde acá?
Hablamos un rato más mientras disfrutábamos el desayuno. Después, cuando terminamos, nos preparamos para la investigación.
Cuando salíamos a la calle, a Gabriel se le ocurrió pasar primero por el supermercado para revisar la grabación de seguridad, y así hicimos. Para nuestra sorpresa, vimos en el video a Sánchez pagando su compra a la hora que se cree que la víctima falleció, así que lo descartamos de la lista de los posibles sospechosos.
Ahora sí, con aquella información nos dirigimos hacia el lugar del asesinato y recolectamos pistas. Lo único que encontramos fue un celular que pertenecía a Sánchez. Yo no le tomé importancia, pero parecía que mi compañero sí. Decidió revisar las conversaciones por si encontraba alguna pista y encontró en una un mensaje de una tal Mariela Ribayos, el cual decía "No te preocupes, mi amor, que a él no lo amo".
Se puso a pensar por unos minutos y, finalmente, llamó al número de esta chica. Yo nunca entendía como resolvía todos sus casos, pero al final siempre me lo explicaba todo, así que yo le seguí la corriente.
Cuando ella atendió, el detective se presentó, le explicó lo que estábamos haciendo y que necesitábamos hacerle algunas preguntas. Ella aceptó y nos pidió que nos juntáramos en su casa por la tarde, acto seguido nos dio su dirección. Partimos hacia allí rápidamente porque pronto iba a anochecer.
Llegamos tipo 7 de la tarde. Ella nos recibió con un saludo cordial y dos tazas de té calientes.
-Señora Ribayos, ¿Me puede decir quién es la otra persona en este mensaje? -preguntó Gabriel, mostrándoselo.
-Ah, un ex-novio mío -afirmó-. Se llama Jorge Reyes.
-Y Martín Sánchez es su actual novio. ¿Estoy en lo correcto?
-Sí, es verdad. Como es de esperarse, Jorge y Martín no se llevan muy bien. ¿Necesitan que les dé algo?
-Sí, una foto de Reyes nos ayudaría bastante.
Nos la dio y le agradecimos su ayuda, acto seguido nos fuimos.



Ya teníamos a un nuevo sospechoso, Jorge Reyes. Le pedimos ayuda a la central de policía para que nos pueda dar algunos datos de esta persona y descubrimos que tenía antecedentes penales más o menos graves. El detective le explicó al jefe de policía por qué sospechaba de este hombre y la historia lo convenció, así que decidió mandar una patrulla en su búsqueda para hacerle algunas preguntas en la comisaría.
Al principio Reyes no quería hablar, pero cuando se le acabaron las falsas respuestas empezó a sonar sospechoso y las miradas amenazantes de los policías hicieron que no pudiera aguantar más con la presión; resulta que él era el asesino después de todo. Confesó que su amor por Mariela Ribayos lo llevó a cometer ese asesinato, aunque su objetivo no era Roberto Pérez, sino Martín Sánchez.
Todo encajaba, pero yo aún no entendía cómo hizo el detective para resolverlo. Cuando el criminal estaba tras las rejas, procedí a preguntárselo.
-¿Cómo hizo para saber quién fue el asesino esta vez? -pregunté-
-Fácil. Cuando vi el mensaje, pensé que Ribayos tenía un ex-novio, el cual probablemente sabía de su relación con Sánchez y, debido a sus antecedentes penales, era dispuesto a cometer un asesinato. Pero cuando el asesino entró a la casa para matarlo, este estaba en el supermercado y en su lugar estaba Pérez. Al estar la luz apagada, lo confundió con su objetivo y lo mató de una puñalada. Al observar el cuerpo de la víctima, se dio cuenta de su error y sintió culpa, lo cual lo llevó a escapar del lugar. No es raro que Sánchez le haya removido el cuchillo cuando lo encontró, pero eso hizo que parezca el responsable.
-Increíble -exclamé-. Usted sí que es inteligente, Gabriel.
-No es para tanto, Fernando. ¿Me acompaña a comer algo? Me muero de hambre.
-Sí, yo también. ¿En dónde pedimos?
FIN