Era temprano y hacía frío. Yo, Fernando Rivolini, llegaba tarde al despacho de
mi compañero de trabajo y amigo, el detective Gabriel Fabiani. Últimamente me
pasaba esto debido a que no dormía bien y encima el despertador no sonaba (o al
menos yo no lo escuchaba). A mi amigo no le molestaba y, mientras me esperaba,
se ponía a repasar algunos casos antiguos y a ordenar el papeleo; a veces
también disfrutaba de uno de sus hobbies favoritos: completar la sección
"Pasatiempos" del diario.
En fin, cuando llegué lo vi muy atento a un caso informado el día
anterior.
-Buen día Gabriel –dije exhausto-
-¡Fernando! Buenos días. Justo estaba leyendo el reporte de ayer. Supongo
que sabe de lo que hablo…
-¿Qué había pasado que me olvidé?
-Uy, vos y tu memoria... -dijo decepcionado-. Te lo repito. Parece que
hubo un asesinato en la casa de un tal Martín Sánchez por la noche, tipo 12
-aclaró-. La víctima, Roberto Pérez, era un amigo suyo. Fue encontrado con una
herida profunda hecha con un cuchillo, el cual Sánchez removió cuando encontró
el cuerpo. Se sabe que se había alojado en este lugar porque la fiesta en la
cual se encontraba terminó más temprano de lo programado debido a un alboroto
entre unos hinchas presentes. Cuando salió, no encontró transporte y como
estaba cerca decidió pasar por dicha casa. Sánchez lo dejó pasar y aprovechó
para irse a comprar al supermercado; cuando volvió se encontró con que estaba
la luz apagada y también con la escena. Cabe remarcar que todo esto es la
declaración de Sánchez.
-Yo diría que fue Sánchez -dije, marcando un tono de obviedad-
-Es probable, pero no saquemos conclusiones aún. Desayunemos rápido así
llegamos temprano.
-¿A dónde? -pregunté-
-A la escena del crimen... ¿O te pensás que lo vamos a resolver desde
acá?
Hablamos un rato más mientras disfrutábamos el desayuno. Después, cuando terminamos, nos
preparamos para la investigación.
Cuando salíamos a la calle, a Gabriel se le ocurrió pasar primero por el
supermercado para revisar la grabación de seguridad, y así hicimos. Para
nuestra sorpresa, vimos en el video a Sánchez pagando su compra a la hora que
se cree que la víctima falleció, así que lo descartamos de la lista de los
posibles sospechosos.
Ahora sí, con aquella información nos dirigimos hacia el lugar del
asesinato y recolectamos pistas. Lo único que encontramos fue un celular que
pertenecía a Sánchez. Yo no le tomé importancia, pero parecía que mi compañero
sí. Decidió revisar las conversaciones por si encontraba alguna pista y
encontró en una un mensaje de una tal Mariela Ribayos, el cual decía "No te
preocupes, mi amor, que a él no lo amo".
Se puso a pensar por unos minutos y, finalmente, llamó al número de esta
chica. Yo nunca entendía como resolvía todos sus casos, pero al final siempre
me lo explicaba todo, así que yo le seguí la corriente.
Cuando ella atendió, el detective se presentó, le explicó lo que
estábamos haciendo y que necesitábamos hacerle algunas preguntas. Ella aceptó y
nos pidió que nos juntáramos en su casa por la tarde, acto seguido nos dio su
dirección. Partimos hacia allí rápidamente porque pronto iba a anochecer.
Llegamos tipo 7 de la tarde. Ella nos recibió con un saludo cordial y
dos tazas de té calientes.
-Señora Ribayos, ¿Me puede decir quién es la otra persona en este
mensaje? -preguntó Gabriel, mostrándoselo.
-Ah, un ex-novio mío -afirmó-. Se llama Jorge Reyes.
-Y Martín Sánchez es su actual novio. ¿Estoy en lo correcto?
-Sí, es verdad. Como es de esperarse, Jorge y Martín no se llevan muy
bien. ¿Necesitan que les dé algo?
-Sí, una foto de Reyes nos ayudaría bastante.
Nos la dio y le agradecimos su ayuda, acto seguido nos fuimos.
Ya teníamos a un nuevo sospechoso, Jorge Reyes. Le pedimos ayuda a la central de policía para que nos pueda dar algunos datos de esta persona y descubrimos que tenía antecedentes penales más o menos graves. El detective le explicó al jefe de policía por qué sospechaba de este hombre y la historia lo convenció, así que decidió mandar una patrulla en su búsqueda para hacerle algunas preguntas en la comisaría.
Ya teníamos a un nuevo sospechoso, Jorge Reyes. Le pedimos ayuda a la central de policía para que nos pueda dar algunos datos de esta persona y descubrimos que tenía antecedentes penales más o menos graves. El detective le explicó al jefe de policía por qué sospechaba de este hombre y la historia lo convenció, así que decidió mandar una patrulla en su búsqueda para hacerle algunas preguntas en la comisaría.
Al principio Reyes no quería hablar, pero cuando se le acabaron las falsas respuestas empezó a sonar sospechoso y las miradas amenazantes de los policías hicieron que no pudiera aguantar más con la presión;
resulta que él era el asesino después de todo. Confesó que su amor por Mariela
Ribayos lo llevó a cometer ese asesinato, aunque su objetivo no era Roberto
Pérez, sino Martín Sánchez.
Todo encajaba, pero yo aún no entendía cómo hizo el detective para
resolverlo. Cuando el criminal estaba tras las rejas, procedí a preguntárselo.
-¿Cómo hizo para saber quién fue el asesino esta vez? -pregunté-
-Fácil. Cuando vi el mensaje, pensé que Ribayos tenía un ex-novio, el
cual probablemente sabía de su relación con Sánchez y, debido a sus antecedentes
penales, era dispuesto a cometer un asesinato. Pero cuando el asesino entró a
la casa para matarlo, este estaba en el supermercado y en su lugar
estaba Pérez. Al estar la luz apagada, lo confundió con su objetivo y lo mató
de una puñalada. Al observar el cuerpo de la víctima, se dio cuenta de su error
y sintió culpa, lo cual lo llevó a escapar del lugar. No es raro que Sánchez le
haya removido el cuchillo cuando lo encontró, pero eso hizo que parezca el
responsable.
-Increíble -exclamé-. Usted sí que es inteligente, Gabriel.
-No es para tanto, Fernando. ¿Me acompaña a comer algo? Me muero de
hambre.
-Sí, yo también. ¿En dónde pedimos?
FIN